CAMBIO DE ESTACIONES Larisa había nacido en septiembre , la madrugada en que el verano y el otoño se daban la mano. Por eso, por ser una niña a medio camino entre el sol y la lluvia, Larisa era alegre y resplandeciente, pero también pensativa, nostálgica y a veces un poco llorona. A Larisa le gustaba tostarse al sol y pasear bajo la lluvia. Le gustaban los helados y las sopas calientes, las mantas a cuadros y los bañadores de volantes. El calor y el frío. El verano y el otoño. Septiembre. Por eso, el año que Larisa cumplió 8 años recibió un regalo muy especial. No creáis que se lo hizo mamá, ni papá, sino el viejo vecino del primero. Se trataba de una bola de cristal con una ciudad en miniatura dentro. - La ciudad que hay dentro es la nuestra. ¡Agítala! Y al hacerlo, Larisa observó sorprendida como la ciudad no se llenaba de nieve sino de una lluvia de hojas de colores. - ¡Es preciosa! Muchas gracias. - No es solo preciosa. También es mág...